Primero
una corta alusión a San José, el tutor de Jesús, el primer maestro en humanidad
y en respeto a la naturaleza para Jesús. Carpintero clásico, debió también estar
en contacto con la tierra en un medio agrícola como aquel donde vivió, en
Nazaret.
San
José, ejemplo de paternidad y de amor y fidelidad a la familia, ruega por nosotros.
San
José es el Patrón de Canadá.
Ahora la reflexión cuaresmal- ecológica del día:
Lectura del Libro de los HECHOS de LOS APÓSTOLES 10, 9-16
…Mientras
iban de camino, ya cerca de la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar. Era
el mediodía. Sintió hambre y quiso
comer, y mientras le preparaban la comida tuvo un éxtasis. Vio el cielo abierto
y algo que descendía del cielo: era como una tienda de campaña grande, cuyas
cuatro puntas venían a posarse sobre el suelo. Dentro había toda clase de animales cuadrúpedos,
reptiles y aves. Entonces una voz le
habló: «Pedro, levántate, mata y come.» Pedro contestó: «¡De ninguna manera,
Señor! Jamás he comido nada profano o impuro.» Y se le habló por segunda vez:
«Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro.» Esto se repitió por tres veces. Después aquella
cosa grande fue levantada hacia el cielo.
Como a Pedro, a nosotros también se
nos invita a cambiar nuestra manera de ver o de mirar: el desafío es pasar de nuestra
(meritoria) preocupación de querer resolver los problemas ecológicos a comprender
que la creación está en el centro de la preocupación de Dios, una preocupación tan
profunda como la que se tiene por la suerte (o avenir) de la humanidad. Y esto tendrá
implicaciones sobre toda nuestra teología, nuestras liturgias (maneras de
celebrar), nuestras prácticas. Preferible antes que “salvar” el planeta, es
necesario disminuir nuestro sentimiento de superioridad, bajarle a nuestro
comportamiento explotador e irresponsable.
Señor que tu palabra se arraigue en
nuestros corazones!
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Gustavo Quiceno