San Ireneo de Lyon(n. Asia
Menor, 130 -
m. Lyon, 202) ,
ese gran Padre de la Iglesia tiene una frase que he tomado como referente
vital: "Una vida ejemplar es el mejor regalo para nuestros
semejantes". Y quizás quien mejor vivió a plenitud esa
frase fue el resucitado Jesús de Nazaret.
Supo
siempre transmitir y enseñar amor y
a través de él, atrajo sus discípulos y
sigue atrayendo creyentes por todo el mundo, con su gran regalo, su gran
testimonio de amor incondicional (dio la vida sobre la cruz por toda la
humanidad).
En
este cuarto domingo de Pascual evocamos a Cristo como el verdadero y buen
Pastor, un paradigma de sabiduría no solo para nosotros sacerdotes
sino para todos los creyentes y en especial para quienes tienen una tarea de
guiar, ensenar y mostrar el camino: padres de familia, profesores, autoridades políticas y
civiles, etc.
Nuestro
mundo tiene o mejor sufre una crisis de maestros, de modelos de sabiduría,
tiene carencia de líderes carismáticos, honestos y nobles que a la manera
de Jesucristo, conduzcan las nuevas generaciones. Un mundo tan presto al
relativismo, la incredulidad y la indiferencia necesita de batalladores de
verdad, de ideas perdurables y nobles, de gestos, más que de palabras que
arrastren y conquisten los corazones.
JESUS EL BUEN PASTOR
En el evangelio de este domingo,
Jesús se nos presenta como el BUEN PASTOR, que conoce perfectamente cada una de
sus ovejas.
En nuestros ambientes rurales y
otros lugares aun, todo el mundo conoce bien la vida de los pastores. Sabemos
que comienzan a trabajar desde muy temprano y que su labor no permite un día de
vacaciones. El verdadero pastor ama su rebaño y se propone como deber estar siempre
atento a sus necesidades. Una precisión es necesaria precisamente sobre el
sentido del verbo CONOCER:
EN el mundo de la biblia, esto no
significa que se tenga datos sobre la persona ( su nombre, su edad, el lugar
donde ella habita…) Cuando Jesús nos dice que Él conoce sus ovejas, esto
significa que El las ama. El ve los puntos débiles de cada una y las cuida. Su
amor es totalmente inmenso que es capaz hasta dar la vida por ellas.
Ante el amor nos sentimos bien
miserables porque descubrimos que no conocemos de verdad al Señor. Los medios
de formación sobre la biblia son cada día más accesibles para nosotros. Y por
lo tanto, estamos en un mundo, donde la ignorancia religiosa es cada vez más
grande. Los propósitos y o proposiciones del Papa son examinados con lupa y son
objeto de burla por parte de medios de comunicación extraños a la fe. Cuando se rechaza al Papa es a
Cristo a quien se rechaza. Es a su palabra que uno se cierra y pone oídos
sordos. Pero para la Iglesia lo importante no es tanto hacer
creer sino testimoniar de este amor apasionado de Cristo que supera todo
aquello que podemos imaginar.
El evangelio de este domingo insiste
precisamente sobre la importancia de la escucha: “Mis ovejas escuchan mi voz”. Escuchar, supone un dialogo entre
dos personas, al menos. Es necesario que cada una sea verdaderamente atenta a
lo que la otra persona dice. Y si no es así, la otra no se avergüenza de
decir: “Escúchame cuando yo te hablo”. Y cuando la relación llega a ser
difícil se dice: “Ellos no se entienden (escuchan, hablan) más”.
Escuchar, es estar abierto (disponible para) al otro, es acoger su palabra
con respeto y sabiduría, es estar convencido que su palabra es más importante
que la nuestra. Una tal acogida necesita de la parte del otro, de tiempo, de
silencio. Demasiadas palabras son un obstáculo para la escucha.
Esta invitación a escuchar al Señor,
nosotros la encontramos a lo largo de toda la Biblia. Cristo ha retomado este
llamado: “felices aquellos que escuchan la Palabra de Dios” (Luc 11,22). El
problema es que muchos oyen pero no escuchan. Esto es así desde el comienzo de
la humanidad: Adán ha oído la Palabra de Dios, él ha tenido miedo y se ha
escondido porque no ha escuchado esta voz que le ofrecía un camino de
vida.
Ahora sí, nosotros podemos pedir al
Señor que nos enseñe a escuchar su mensaje de amor para que El impregne
verdaderamente toda nuestra vida. Es su voz que quiere hacerse oír en la
intimidad de nuestro corazón. Es su mirada plena de amor que nos toca a cada
uno de nosotros en lo más profundo.
Y es escuchando la voz del Señor que
aprenderemos a conocerle mejor. Este verbo debemos entenderlo en el
sentido de “nacer con” (del verbo francés connaitre, naître =nacer). Para
ello, debemos frecuentarlo, darle de nuestro tiempo, vivir con Él. Es así como
Jesús vino a vivir con la humanidad. Él se hizo uno de nosotros, semejante en
todo a sus hermanos menos en el pecado. En El, es Dios quien se hace cercano a
los hombres. El comparte nuestra vida porque nos ama. Y nosotros le conoceremos
verdaderamente cuando aceptemos ser arrastrados (atrapados) en su
corriente de amor. Aun, una vez más, decimos, no se trata de un conocimiento
intelectual sino de un conocimiento amoroso.
Todo lo anterior nos lleva a adoptar
una tercera actitud: Las ovejas siguen su pastor. Seguir el Señor es caminar
con El, es acompañarlo. Nosotros podemos confiar en El ya que El nos conduce
por el camino de la verdadera vida: Es eso que Pedro le respondió un día a
Jesús: “ Señor, a quien podremos ir? Solo
Tú tienes Palabras de Vida Eterna”. Lo que Jesús nos quiere ofrecer
es una vida de felicidad sin fin. Pensemos en el padre de la parábola del Hijo
Prodigo. Este último pide su parte de la herencia. El no comprendió que su
Padre había previsto, pensado, en dárselo todo. Ahora no dudemos de
pedir al Señor toda la plenitud de su amor y de su presencia a través de
su Espíritu Santo.
Veamos pues la Buena Nueva de este
domingo, Dios es un dios de amor. Y esta Buena Noticia, Cristo nos pide de
anunciarla y de gritarla al mundo entero. Este mundo impregnado de malas
creencias en ideologías y espejismos, de incredulidad y de indiferencia,
el señor quiere curarlo y salvarlo. El quiere ofrecerle la VIDA ETERNA. Y
es por todos y por cada uno que El ha dado su vida sobre la cruz y el cuenta
con cada uno de nosotros para testimoniar la fe, la esperanza y el amor nos
animan. “Vayan por todo el mundo y de todos los pueblos hagan discípulos”.
Es por eso, y en razón de esta
misión, que Cristo ha instituido los sacerdotes de la Nueva Alianza. Ellos son
enviados al mundo entero para evangelizar y darle la Palabra de Dios y el Pan
de la Vida. Cuando el sacerdote proclama la Palabra de Dios y celebra la
eucaristía, es el mismo Hijo de Dios quien se hace presente y se entrega a cada
uno de los creyentes (el sacerdote es Alter Christus= otro Cristo). El
quiere atraernos hacia esta intimidad extraordinaria que existe entre El y su
Padre. Él quiere aumentar (hacer crecer) en nosotros el deseo de Dios.
En este día señor de oración mundial por las vocaciones, te pedimos por todos los sacerdotes. Dales la fuerza y el coraje en la misión que tú
les confías. Y dales a todos los creyentes la capacidad de reconocer y de
acoger este don de la eucaristía y del sacerdocio que se les ofrece. Danos las
ganas de vivir de tu amor para que en verdad, Tú llenes plenamente
nuestras vidas.
A TODOS FELIZ DÍA DEL BUEN PASTOR!
Reflexión hecha
a partir de la experiencia personal y de la traducción de otras
fuentes del francés
sobretodo
de http://dimancheprochain.org )
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Gustavo Quiceno