OTROS ARTICULOS SOBRE EL ESPANA Y EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA
Entendemos el período denominado la Independencia como un tiempo fuerte, especialmente para la producción y la búsqueda de sentidos. Las referencias más frecuentes nos remiten colegios, prensa, Expedición Botánica, Biblioteca Real, Comuneros, Misiones, Reformas, tertulias, viajes, chicherías, viruelas, cabildos, juntas y conspiraciones. De ello nos quedan reales cédulas y decretos, periódicos, libelos y pasquines, pinturas, sermones, relaciones y memoriales, diarios, manuales, proyectos, mapas, discursos, juicios, proclamas, constituciones y actas. En el período emergen multitud de discursos desde distintas ciudades y pueblos, las palabras adquieren nuevos significados, se proponen nuevas legitimidades e identidades de sujetos y grupos, se rediseña el mapa de lealtades sociales, políticas y religiosas, y las tensiones cotidianas se hacen más visibles aun al interior de las familias. Hay cambios en las formas en que sesiente, se vive y se dice lo público y el orden social. Es un tiempo de invención de sujetos políticos y de sociabilidades, de nuevos medios como la prensa, y de la instauración de muchos nuevos lugares desde donde se interviene en la palestra política. Pero sobre todo un tiempo de muchas palabras y de incremento de la escritura y la lectura.
• El dominio de España en el Nuevo Mundo era tan fuerte y uniforme que, sin querer, facilitó redes culturales, políticas y comerciales entre los diferentes componentes políticos de su imperio colonial. Una prueba es que todos los revolucionarios manifestaron la necesidad de multiplicar y apoyar las sublevaciones a lo largo de todo el continente e, incluso algunos, como el venezolano Francisco de Miranda, habían propugnado mucho antes la idea de hacer una sola patria, de Río Grande a Tierra del Fuego.
• Las condiciones sociopolíticas en las diferentes colonias hacían eminente la ruptura con la Metrópoli Española. Concurrían su creciente grado de desarrollo económico, el cual se encontraba atrapado en la práctica mercantilista de la Corona, la estrechez del mercado imperial y la imposición de los metales preciosos, oro y plata, como únicos motores de la actividad económica.
• El cambio vertiginoso del mundo político europeo, que se había iniciado con el Renacimiento y alcanzado lo máximo en el pensamiento enciclopedista francés; la independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa que significó un rompimiento violento contra el “antiguo régimen” y su posterior cruzada con Napoleón. Estas corrientes de pensamiento y acción nunca llegaron a la Península; pero sí a las colonias de América, amalgamadas entre fardos de contrabando y libros que traían las luces de los nuevos tiempos: libre comercio, igualdad, libertad y fraternidad.
Como conclusión, podemos decir que, más allá de los sueños y de los heroísmos de nuestros padres fundadores, existían condiciones objetivas para dar el trascendental paso de la independencia. La ruptura de las colonias americanas con el imperio español era eminente.
*****
Este año es de celebraciones: 1.000 años de Hanoi y 200 años de la lucha independentista de América Latina. Podríamos decir, estamos en un alto importante en nuestro caminar como seres humanos, como naciones, con nuevos escenarios, con nuevos pensamientos y, por supuesto, con nuevos y desafiantes retos que amenazan, más que ayer, la supervivencia no sólo de nuestro espacio latinoamericano y caribeño sino también el resto de esta nave espacial llamada Tierra. A la par de las profundas desigualdades socioeconómicas entre pueblos y naciones, el desacato descarado del Derecho Internacional, el dominio monopolístico de las empresas multinacionales, entre otras calamidades, se suma el creciente deterioro del medio ambiente.
En este Bicentenario, los pueblos de América Latina y el Caribe se deben preguntar, más allá de los floripondios de los desfiles y las vacuas palabras de la celebración: ¿Qué hemos logrado en estos 200 años?. No sorprendería que las respuestas sean casi las mismas de 1810: no existe una verdadera independencia que signifique, como decía el Maestro de Bolívar y gran filósofo Simón Rodríguez, la soberanía intelectual y económica; continúa la división del continente, más de 25 estados separados; las condiciones de miseria siguen azotando a los pueblos; las desigualdades socioeconómicas siguen profundizándose, etc.
Pero quizás hay algo que no está en las respuestas reiteradas: En las últimas décadas, muchas llamadas simplemente “perdidas” por los organismos económicos internacionales, han venido surgiendo voces, movimientos, que se niegan a detener la historia o a involucrase en choques de civilizaciones. Entienden que América Latina y el Caribe deben y pueden retomar la Historia, para hacer realidad los sueños de sus Libertadores, José de San Martín, José Gervasio Artígas, Miguel Hidalgo, Antonio José de Sucre, Antonio Nariño, Bernardo O’Higgins, Gaspar Rodríguez de Francia, José María Morelos, Mariano Moreno, entre otros. Pues como dijese el Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, al referirse al 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811: “… celebraremos los 200 años de esa revolución que es la misma que hoy llevamos a cabo, yo quiero insistir en esto, no es que aquella fue una Independencia y esta es una segunda Independencia, no, desde mi criterio, desde mi punto de vista no es eso; no creo que debamos hablar de una segunda Independencia, es la continuación del mismo proceso de Independencia en todo caso una segunda fase histórica del mismo proceso independentista venezolano, suramericano, nuestro americano”.
Bajo esta nueva óptica, el concepto de unidad latinoamericana y caribeña ocupa una de las prioridades más anhelantes. Hacia ese objetivo vamos los países de la Unión de Naciones Suramericanas –UNASUR- , la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -ALBA- y Petrocaribe, con novedosos conceptos de verdadera solidaridad y convivencia, con respuestas a las ancestrales reivindicaciones de nuestros pueblos. Sólo la unidad salvará a Latinoamérica y el Caribe para enfrentar los actuales retos. Ningún poder exógeno se preocupará por sus problemas, salvo que signifique beneficio, como ayer.
En esta nueva etapa, América Latina y el Caribe, además de contar con todos sus recursos materiales e intelectuales, deben formar alianzas firmes con otros continentes en condiciones similares y que, en una forma u otra, han decidido emprender sus propias vías de liberación, tales como África y Asia.
Es en este punto anterior, donde se justifica plenamente la especial y creciente amistad de todos los países de América Latina y el Caribe con Vietnam. Acá, tenemos un pueblo heroico defensor de su soberanía desde los tiempos más remotos, un pueblo trabajador empeñado en vencer al gran enemigo: el subdesarrollo. Creo que tenemos mucho que aprender de la tierra del Tío Ho, muchos puntos para compartir y muchos grandes propósitos para trabajar conjuntamente.
Hoy, nos hemos reunido con los hermanos vietnamitas para visionar el pasado, para rememorar la gesta de la independencia latinoamericana y para rendir justo tributo a los padres de nuestras patrias. Los cuatro países, representados en Hanoi y que celebramos el Bicentenario, hemos dado un claro ejemplo de los nuevos tiempos: Unidad.
Desde la capital milenaria del Vietnam Heroico, debemos formular votos para que la unidad latinoamericana y caribeña se amplíe y se consolide cada día más, recordando lo que enseñó El Libertador Simón Bolívar: “Dios concede la victoria a la constancia”.
Igualmente, debemos reiterar nuestros deseos de que la amistad entre los países latinoamericanos y caribeños y Vietnam sea cada día más profunda y sólida”.
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article16302
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Bicentenario De Colombia
200 años de historia y de cultura. Desde 1810 hasta la actualidad, Colombia ha sido un país de gente emprendedora, que con toda su entrega el 20 de julio de ese año, en Santafé de Bogotá, participo en un suceso que marcaria un futuro inesperado para un país.
Pero hoy, más que celebrar la independencia de Colombia, y lo valeroso de Simón Bolívar y su ejército, debemos celebrar el nuevo comienzo de este país, y que con estos 200 años, a pesar de malos mandatos y de rumbos inesperados que se han dado, este país sigue siendo el mismo de antes, con las bellezas arquitectónicas que nos dejaron los españoles, con el legado cultural de nuestros ancestros, con la nobleza de nuestra gente y los mas hermosos paisajes del mundo acompañados del mejor café cosechado con todo el amor de nuestros campesinos.
Desde hace 200 años, se busca en nuestro país, libertad, justicia social, igual de condiciones, y sobre todo un poco de paz para este paraíso entregado por Dios a unos campesinos luchadores. En este punto es cuando nos preguntamos, ¿realmente valió la pena, toda la sangre que se derramo para lograr este prometido? ¿Realmente fue hay la independencia o simplemente cambiamos de mandato?
Colombia ha sido un país, que ha sufrido de gobiernos guiados por la ambición y no por la convicción, que no han dudado ni un segundo en entregar nuestro patrimonio a grandes potencias, y aunque el hecho que marca la historia de nuestro país es en 1810 la independencia de Colombia, la verdadera independencia la veremos cuando realmente se tome conciencia del gran potencial que se tiene en este país de gente verraca, y sobre todo el día que dejemos de ser el patio de explotación de Estados Unidos.
No es posible que un país cambie si sufre de amnesia, y nos olvidamos de quienes lucharon por nosotros, y que era lo que querían para Colombia. Ahora que el cambio esta en nuestras manos, podemos hacer mucho, y sobre todo si recordamos un poco de quien somos y de el futuro que le queremos dejar...
http://www.buenastareas.com/ensayos/Bicentenario-De-Colombia/436082.html
Entendemos el período denominado la Independencia como un tiempo fuerte, especialmente para la producción y la búsqueda de sentidos. Las referencias más frecuentes nos remiten colegios, prensa, Expedición Botánica, Biblioteca Real, Comuneros, Misiones, Reformas, tertulias, viajes, chicherías, viruelas, cabildos, juntas y conspiraciones. De ello nos quedan reales cédulas y decretos, periódicos, libelos y pasquines, pinturas, sermones, relaciones y memoriales, diarios, manuales, proyectos, mapas, discursos, juicios, proclamas, constituciones y actas. En el período emergen multitud de discursos desde distintas ciudades y pueblos, las palabras adquieren nuevos significados, se proponen nuevas legitimidades e identidades de sujetos y grupos, se rediseña el mapa de lealtades sociales, políticas y religiosas, y las tensiones cotidianas se hacen más visibles aun al interior de las familias. Hay cambios en las formas en que sesiente, se vive y se dice lo público y el orden social. Es un tiempo de invención de sujetos políticos y de sociabilidades, de nuevos medios como la prensa, y de la instauración de muchos nuevos lugares desde donde se interviene en la palestra política. Pero sobre todo un tiempo de muchas palabras y de incremento de la escritura y la lectura.
• El dominio de España en el Nuevo Mundo era tan fuerte y uniforme que, sin querer, facilitó redes culturales, políticas y comerciales entre los diferentes componentes políticos de su imperio colonial. Una prueba es que todos los revolucionarios manifestaron la necesidad de multiplicar y apoyar las sublevaciones a lo largo de todo el continente e, incluso algunos, como el venezolano Francisco de Miranda, habían propugnado mucho antes la idea de hacer una sola patria, de Río Grande a Tierra del Fuego.
• Las condiciones sociopolíticas en las diferentes colonias hacían eminente la ruptura con la Metrópoli Española. Concurrían su creciente grado de desarrollo económico, el cual se encontraba atrapado en la práctica mercantilista de la Corona, la estrechez del mercado imperial y la imposición de los metales preciosos, oro y plata, como únicos motores de la actividad económica.
• El cambio vertiginoso del mundo político europeo, que se había iniciado con el Renacimiento y alcanzado lo máximo en el pensamiento enciclopedista francés; la independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa que significó un rompimiento violento contra el “antiguo régimen” y su posterior cruzada con Napoleón. Estas corrientes de pensamiento y acción nunca llegaron a la Península; pero sí a las colonias de América, amalgamadas entre fardos de contrabando y libros que traían las luces de los nuevos tiempos: libre comercio, igualdad, libertad y fraternidad.
Como conclusión, podemos decir que, más allá de los sueños y de los heroísmos de nuestros padres fundadores, existían condiciones objetivas para dar el trascendental paso de la independencia. La ruptura de las colonias americanas con el imperio español era eminente.
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Este año es de celebraciones: 1.000 años de Hanoi y 200 años de la lucha independentista de América Latina. Podríamos decir, estamos en un alto importante en nuestro caminar como seres humanos, como naciones, con nuevos escenarios, con nuevos pensamientos y, por supuesto, con nuevos y desafiantes retos que amenazan, más que ayer, la supervivencia no sólo de nuestro espacio latinoamericano y caribeño sino también el resto de esta nave espacial llamada Tierra. A la par de las profundas desigualdades socioeconómicas entre pueblos y naciones, el desacato descarado del Derecho Internacional, el dominio monopolístico de las empresas multinacionales, entre otras calamidades, se suma el creciente deterioro del medio ambiente.
En este Bicentenario, los pueblos de América Latina y el Caribe se deben preguntar, más allá de los floripondios de los desfiles y las vacuas palabras de la celebración: ¿Qué hemos logrado en estos 200 años?. No sorprendería que las respuestas sean casi las mismas de 1810: no existe una verdadera independencia que signifique, como decía el Maestro de Bolívar y gran filósofo Simón Rodríguez, la soberanía intelectual y económica; continúa la división del continente, más de 25 estados separados; las condiciones de miseria siguen azotando a los pueblos; las desigualdades socioeconómicas siguen profundizándose, etc.
Pero quizás hay algo que no está en las respuestas reiteradas: En las últimas décadas, muchas llamadas simplemente “perdidas” por los organismos económicos internacionales, han venido surgiendo voces, movimientos, que se niegan a detener la historia o a involucrase en choques de civilizaciones. Entienden que América Latina y el Caribe deben y pueden retomar la Historia, para hacer realidad los sueños de sus Libertadores, José de San Martín, José Gervasio Artígas, Miguel Hidalgo, Antonio José de Sucre, Antonio Nariño, Bernardo O’Higgins, Gaspar Rodríguez de Francia, José María Morelos, Mariano Moreno, entre otros. Pues como dijese el Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, al referirse al 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811: “… celebraremos los 200 años de esa revolución que es la misma que hoy llevamos a cabo, yo quiero insistir en esto, no es que aquella fue una Independencia y esta es una segunda Independencia, no, desde mi criterio, desde mi punto de vista no es eso; no creo que debamos hablar de una segunda Independencia, es la continuación del mismo proceso de Independencia en todo caso una segunda fase histórica del mismo proceso independentista venezolano, suramericano, nuestro americano”.
Bajo esta nueva óptica, el concepto de unidad latinoamericana y caribeña ocupa una de las prioridades más anhelantes. Hacia ese objetivo vamos los países de la Unión de Naciones Suramericanas –UNASUR- , la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -ALBA- y Petrocaribe, con novedosos conceptos de verdadera solidaridad y convivencia, con respuestas a las ancestrales reivindicaciones de nuestros pueblos. Sólo la unidad salvará a Latinoamérica y el Caribe para enfrentar los actuales retos. Ningún poder exógeno se preocupará por sus problemas, salvo que signifique beneficio, como ayer.
En esta nueva etapa, América Latina y el Caribe, además de contar con todos sus recursos materiales e intelectuales, deben formar alianzas firmes con otros continentes en condiciones similares y que, en una forma u otra, han decidido emprender sus propias vías de liberación, tales como África y Asia.
Es en este punto anterior, donde se justifica plenamente la especial y creciente amistad de todos los países de América Latina y el Caribe con Vietnam. Acá, tenemos un pueblo heroico defensor de su soberanía desde los tiempos más remotos, un pueblo trabajador empeñado en vencer al gran enemigo: el subdesarrollo. Creo que tenemos mucho que aprender de la tierra del Tío Ho, muchos puntos para compartir y muchos grandes propósitos para trabajar conjuntamente.
Hoy, nos hemos reunido con los hermanos vietnamitas para visionar el pasado, para rememorar la gesta de la independencia latinoamericana y para rendir justo tributo a los padres de nuestras patrias. Los cuatro países, representados en Hanoi y que celebramos el Bicentenario, hemos dado un claro ejemplo de los nuevos tiempos: Unidad.
Desde la capital milenaria del Vietnam Heroico, debemos formular votos para que la unidad latinoamericana y caribeña se amplíe y se consolide cada día más, recordando lo que enseñó El Libertador Simón Bolívar: “Dios concede la victoria a la constancia”.
Igualmente, debemos reiterar nuestros deseos de que la amistad entre los países latinoamericanos y caribeños y Vietnam sea cada día más profunda y sólida”.
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article16302
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Bicentenario De Colombia
200 años de historia y de cultura. Desde 1810 hasta la actualidad, Colombia ha sido un país de gente emprendedora, que con toda su entrega el 20 de julio de ese año, en Santafé de Bogotá, participo en un suceso que marcaria un futuro inesperado para un país.
Pero hoy, más que celebrar la independencia de Colombia, y lo valeroso de Simón Bolívar y su ejército, debemos celebrar el nuevo comienzo de este país, y que con estos 200 años, a pesar de malos mandatos y de rumbos inesperados que se han dado, este país sigue siendo el mismo de antes, con las bellezas arquitectónicas que nos dejaron los españoles, con el legado cultural de nuestros ancestros, con la nobleza de nuestra gente y los mas hermosos paisajes del mundo acompañados del mejor café cosechado con todo el amor de nuestros campesinos.
Desde hace 200 años, se busca en nuestro país, libertad, justicia social, igual de condiciones, y sobre todo un poco de paz para este paraíso entregado por Dios a unos campesinos luchadores. En este punto es cuando nos preguntamos, ¿realmente valió la pena, toda la sangre que se derramo para lograr este prometido? ¿Realmente fue hay la independencia o simplemente cambiamos de mandato?
Colombia ha sido un país, que ha sufrido de gobiernos guiados por la ambición y no por la convicción, que no han dudado ni un segundo en entregar nuestro patrimonio a grandes potencias, y aunque el hecho que marca la historia de nuestro país es en 1810 la independencia de Colombia, la verdadera independencia la veremos cuando realmente se tome conciencia del gran potencial que se tiene en este país de gente verraca, y sobre todo el día que dejemos de ser el patio de explotación de Estados Unidos.
No es posible que un país cambie si sufre de amnesia, y nos olvidamos de quienes lucharon por nosotros, y que era lo que querían para Colombia. Ahora que el cambio esta en nuestras manos, podemos hacer mucho, y sobre todo si recordamos un poco de quien somos y de el futuro que le queremos dejar...
http://www.buenastareas.com/ensayos/Bicentenario-De-Colombia/436082.html
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Gustavo Quiceno