sábado, 8 de febrero de 2020

6 de febrero del 2011: 5o DOMINGO ORDINARIO: Jornada Cristiana de la Comunicaciòn


Primero que todo  los textos a leer aca:
http://betania.es/

A GUISA DE INTRODUCCION

Después del día de nuestro bautismo, somos discípulos de Cristo.

La  Palabra de Dios de este domingo se dirige entonces, antes que nada a nosotros.

Sumergidos en el amor de Dios, somos sal de la tierra y luz del mundo! Nuestra misión consiste en sazonar el mundo, darle sabor de evangelio (Buena Nueva) y hacer brillar la Luz de Cristo que se nos ha confiado. Fácil de decir pero difícil de vivirlo.

Cómo ofrecer al  mundo de hoy un testimonio- ejemplo de fe, proponer la luz del Evangelio sin pasar por un rechazo categórico o ser catalogado de moralista intransigente? Referirse a Jesús es bueno siempre, pero si se habla de la Iglesia a quien habla se  “se asume con ligereza, con casi desprecio e indiferencia, o un “quemeimportismo”.

Importa entonces ofrecer la luz evitando de enceguecer, manejando el salero con prudencia. Si ponemos demasiada sal podremos volver amargo lo que toquemos. El buen cocinero utiliza los aliños para resaltar y o hacer surgir el buen gusto de los alimentos.

Cada Eucaristía renueva nuestro gusto por el Evangelio, revive en nuestros corazones la luz de Cristo. Impulsa y posibilita al Espíritu de inspirarnos el gesto concreto que será proclamación del Evangelio: “si das al hambriento lo que deseas para ti (de buen corazón) y sacias al hombre oprimido, brillará tu luz en las tinieblas, y tu oscuridad se volverá como la claridad del mediodía” (Isaías 58,10)


COMENTARIO 1

APROXIMACIÓN PSICOLÓGICA AL TEXTO DEL EVANGELIO

Descendientes de los profetas

Cuando uno toma estos cuatros versículos de manera aislada, es difícil discernir el sentido de las expresiones “sal de la tierra” y “luz del mundo”. Uno puede pensar vagamente en el deber del discípulo de Jesús “dar testimonio”, pero todavía ahí, la cuestión de la naturaleza de este testimonio resta pendiente.

Las cosas cambian si se comprende esta breve sección (versículos 11 al 16) como un desarrollo, explicación ampliada de la última bienaventuranza, que se refiere a los  perseguidos por la justicia (v.10) esta idea de la persecución por la justicia aparece en efecto como el hilo que comunica sólidamente los versículos entre sí (v.11 al 16).

He aquí la cadena: los discípulos serán perseguidos (v.11) como los profetas lo han sido también (v.12); los discípulos son los nuevos profetas (v.13-14) de quienes su testimonio no debe relajarse, omitirse o esconderse (v.15), mas al contrario, llevar a la humanidad a reconocer a Dios (v.16).

Desde esta perspectiva , las cosas se aclaran. En calidad de discípulos de Jesús y sucesores de los profetas, los creyentes deben vivir abiertamente según sus convicciones, sin disminuir su luz o debilitarla.

Esta tentación llegará de modo inevitable, ya que los nuevos profetas enfrentarán llegado el momento insultos, difamaciones y represión. Pero hay que resistir, perseverar, porque si ellos se callan, quién hablará? Si aquellos que han escuchado el llamado de Dios a tomar partido  por los oprimidos y ponerse de su lado, se desaniman, dejan todo acabar y o se acomodan, quien continuará el combate?

Dios no puede ser presentado, reconocido, “glorificado” (v.16) que ahí donde su amor por el pobre, el desfavorecido y el explotado se manifiesta y actúa gracias  a los discípulos de Jesús. La  “luz” que Dios quiere reflejar sobre “las manos debilitadas, las rodillas que se doblan y los corazones que desfallecen” (Is 35,3-4), ella no puede pasar que por aquellos que viviendo como Jesús, llegan a ser los relevos de Dios.

No se trata para los cristianos de ganar un concurso de popularidad por sus buenas obras, como una lectura distraída o complaciente del versículo 16 podría hacernos creer. Se trata de “construir la paz” (v.9) al lado de los pobres, de tener hambre y sed de justicia” (v.6), de compartir activamente la sed de Dios por la fraternidad y la justicia, y esto al precio del rechazo social el más doloroso (y o difícil). Su futuro es en esta dirección, nos dice Jesús.

2

JORNADA CRISTIANA DE LA COMUNICACIÓN

Este primer domingo de febrero es la 45a jornada de las Comunicaciones Sociales. El papa Benedicto XVI nos invita a reflexionar sobre la expansión de la comunicación a través de la red de INTERNET. Algunos no se sienten quizás, aludidos o comprometidos. Pero uno no puede cerrar los ojos ante lo que está ocurriendo, y sería la ocasión para interpelar a las jóvenes generaciones. Con las nuevas tecnologías se puede no solamente “intercambiar informaciones sino también compartir una nueva visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales”.

El “fenómeno” INTERNET está presente en todas las capas de la sociedad: niños, jóvenes, adultos, mayores. Las Personas  enfermas o solas, encuentran ahí un medio para salir de su soledad y encontrar amigos. Lo importante,  es poner todo ello “al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera”.

Es así como hombres, mujeres y niños han encontrado un nuevo medio de comunicarse con el mundo entero. Se puede comunicar el evangelio mismo, la vida de la Iglesia, los sucesos, los proyectos, las fiestas. Con Jesús, la Iglesia se preocupa de la catequesis, del conocimiento del Evangelio, de la cultura religiosa, de la VERDAD. Todos conocemos cristianos que han llegado a ser muy competentes en diversos planos, pero en lo que concierne al conocimiento religioso, ellos no han progresado.

Es por esta razón que la Iglesia utiliza también los medios actuales. Es una oportunidad más que le ha sido dada para llegar a mas número de personas.

Pero la comunicación no es automática. Ella tiene necesidad de la técnica; si, seguro, pero también le hace falta oídos que escuchen, ojos que vean, corazones que se maravillen (o se asombren) , voluntades que se comprometan: esto puede resumirse en unas cuantas palabras: “comunicar es amar”. El amor debería animar todos los Medios de Comunicación. Es verdad para nuestra relación con Dios, mas  también con todos nuestros hermanos. “Uno no puede comunicar sin amar”

El Evangelio de este domingo nos aporta un albor nuevo: para comunicar de verdad, es necesario ser “la sal de la tierra” y “la luz del mundo”. Y ello no será posible sino cuando nos reunamos alrededor de Jesús. Cristo es como un sabor que da a cada ser humano un gusto que viene del interior. Hemos de ser vigilantes para no dejar que las cosas pierdan su sabor, y no dejar que otros sabores (amargo, acido, picantísimo) tomen el lugar. Lo importante es el de  hacer  todo por dar a nuestra vida el gusto de Dios. Es para responder a este llamado que nos reunimos el domingo en las iglesias. Es El quien nos invita a beber, a “sustraer el agua” en la fuente del amor que está en El.

La Sal y la luz son reveladores (indicadores, medidores); la sal valoriza los alimentos. La luz ayuda a descubrir, a  conocer la belleza de los seres y del mundo. Los alimentos existen antes de recibir la sal. Los seres y el mundo existen antes de ser iluminados. Esto habla extensamente de  la misión que Jesús confía a sus discípulos y a nosotros mismos. Nadie tiene necesidad de nosotros para existir. Pero todos nosotros tenemos un papel particular a jugar, a desempeñar. El señor cuenta con nosotros.

Como sal de la tierra, en comunión con Cristo, hemos de revelar a la humanidad el sabor de su vida. Ellos no nos han esperado para vivir de gestos de amor y de compartir bellos. Nosotros vemos que se comprometen en el banco de alimentos y en diversas asociaciones con objetivo humanitario. Algunos olvidan mismo sus vidas. Nuestra misión es testimoniar que  Dios está ahí en todos esos gestos y palabras de amor.

Nuestro papel es revelar el nombre de Aquel que actúa a través de ellos. Dios está presente en todo lugar donde hay amor.

“Ustedes son la luz del mundo”, nos dice aun Jesús. Nacer es venir al día, es ver la luz. Nadie puede vivir en la oscuridad, no más los humanos que las plantas. La oscuridad hace morir; la luz es la vida y la alegría de vivir. Como luces del mundo, estamos acá para resaltar (revalorizar) la belleza del mundo. Es la mirada del amor que revela el verdadero rostro de las personas y de las cosas. Pero esto no puede hacerse que en la discreción. Demasiada sal acaba por volver los alimentos repugnantes. Una luz que encandile demasiado puede provocar accidentes en la carretera. Para ser sal y luz, es necesario ante todo amar. La evangelización no es una conquista; es el anuncio de una Buena Noticia. Esto no puede hacerse sino dentro y en una presencia de amor.

Cristo nos previene contra la sal que se vuelve “simploreta” o pierde su sabor.  Un cristiano que se aleja de Dios termina por perderle el gusto a la fe. No vive más de la sabiduría de Jesucristo. Es un bueno para nada. Para volver a encontrar el sabor a Evangelio, hemos de venir una y otra vez hacia Aquel quien es la fuente. Así, podremos transmitirlo (ese gusto, ese sabor) a otros y alrededor de nosotros. El Evangelio es una Buena Noticia a la cual es necesario que vengamos incesantemente (referenciarla, alimentarnos de) para alimentarnos (nutrirnos).

No podemos contentarnos con lo que dicen los Medios de Comunicación cada día. Lo importante es que nuestra vida testimonie (muestre, revele) cada día el amor que está en Dios.  


ORACIÓN FINAL

Dios Padre Nuestro,
Tú confías tanto en nosotros
Que nos pides ser
Sal de la tierra y luz del mundo.
En cada Eucaristía,
Tú reavivas en nosotros el gusto del Evangelio
Y tú nos iluminas  por tu Hijo
Quien no deja de aclararnos  en las tinieblas.
Como El lo hizo con el apóstol Pablo,
Que tu Espíritu nos de
Un lenguaje y una sabiduría
Que sabrá tocar y unir  los corazones
Y tocar los espíritus.
Así podremos hacer brillar
La luz de Cristo para nuestros hermanos y hermanas¸
Y ellos te glorificaran a Ti, Nuestro Padre del Cielo. Amen

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

Misal mensual de Febrero: PRIONS EN EGLISE, edicion quebequense.
HETU, Jean-Luc. Les option de Jésus.
http://dimancheprochain.org/
http://prionseneglise.ca/
http://youtube.com/


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Gustavo Quiceno