Viernes 1º de Abril
Para amar como Dios ama
El profeta Oseas en el Antiguo Testamento es lo que es Lucas en el Nuevo Testamento. Los dos manifiestan de una manera luminosa la MISERICORDIA DE DIOS.
La experiencia del profeta, desafortunado en su matrimonio, le ha servido para descubrir la sobreabundancia del amor de Dios que ama a su pueblo a pesar de sus infidelidades.
Es también la experiencia de Lucas que nos habla de la mujer pecadora “quien ha amado mucho porque se le ha perdonado mucho”; Lucas también nos habla del padre que prodiga misericordia hacia su hijo menor a pesar de su falta; nos habla de Jesús que perdona al buen ladrona si como a sus verdugos.
Se puede hablar largamente de religión y dejar de lado lo esencial.
Es por ello que después de haber mostrado una enseñanza de las más ricas sobre el amor y la misericordia de Dios, Oseas siente la necesidad de invitar a sus lectores a hacer prueba sabiduría para discernir lo esencial de lo secundario y medir la amplitud del amor de Dios por nosotros.
Es también lo que hace Jesús al enviar al escriba a lo que sabe de la escritura; pero para descubrir que el único verdadero camino hacia Dios es aquel por el cual Él viene hacia nosotros: el amor.
SABADO 2 DE ABRIL
Para ofrecer el amor preferentemente que los sacrificios
Hoy encontramos una frase sublime de Oseas en boca de Dios: “Es el amor lo que yo deseo y no los sacrificios”…Imagínense , esta frase fue pronunciada y o escrita en el VIII siglo Antes de Jesucristo y vemos como Oseas tiene ya ésta intuición bastante fuerte de que la verdadera religión consiste en amar.
Así uno no se sorprende de escuchar a Jesús citando el testimonio de este profeta…Es que Jesús se siente cómodo (está de acuerdo) con la intuición de Oseas, porque todos dos creen en un Dios que es amor.
Se dice que “los grandes espíritus se encuentran”. Y bien, Oseas y Jesús hacen parte de esos grandes espíritus. El primero no ha conocido al otro. Pero uno ve que Jesús se alimentó de la Palabra de los profetas que le precedieron: Amós, Oseas, Isaías, Jeremías, Daniel, entre otros. Jesús no se sirve de ellos como simples “Hombres útiles o valiosos”. Él comparte su mirada (visión) sobre Dios, su pasión por la Palabra, su compasión por los pobres y sus exigencias de justicia.
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Gustavo Quiceno