La prisa
Apresurarse
Que es vigilar
como lo recomienda Jesús? Es mantener o conservar en el interior de sí mismo la prisa. Acostarse en la
noche y tener prisa al día siguiente. Levantarse en la mañana y tener ansia de que el tiempo corra de prisa,
puesto que las horas que vienen traerán muchas sorpresas del Señor. Es preparar
el oído para disponerse a escuchar. A los otros antes que todo. Alrededor suyo, por ejemplo, ha dicho alguien una frase que le
ha reconfortado y o tocado su corazón? Una frase que usted repite a menudo, que ha aprendido de memoria , que es su lema y
que le da esperanza y respiro , que ilumina
su conducta, su decisión? Entonces, es
que Dios ha venido.
Escuche luego
a su corazón. ¿Qué es lo que le infunde y o da paz? La decisión de asistir a una fiesta? Rechazar la venganza? Hacer un favor? Una actitud, un evento, un
momento de oración o de soledad en las
primeras horas de la mañana o al final de la noche? Una lectura que cae bien o
es adecuada al preciso momento?
Finalmente póngale
oreja, abra sus oídos a la Palabra de Dios. Ruméela (del verbo rumiar, como la vaca, saboréela, mastíquela
una y otra vez). ¿Cuál es la palabra que más lo toca (o conmueve) en este preciso momento?
Preste oído. Observe
con detenimiento. Dios viene.
REFLEXION DEL DIA
Leer primero el evangelio:
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 8, 5-11
En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en
Cafarnaún, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace
en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a
curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también
yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’,
y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace».
Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le
seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.
Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con
Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos».
PALABRA DE DIOS
****
El fervor mesiánico estaba en su tope (en alta
intensidad y revuelo) en el momento cuando Jesús comenzaba su ministerio en
Galilea. La
comunidad esenia de Qumràm (ascetas que se habían retirado al semi desierto
para huir de toda impureza o contacto con el mundo pecador) alojada a una
cincuentena de kilómetros de Jerusalén, se abandonaba (o entregaba) a un
estudio profundo de las santas escrituras y a una multitud de ejercicios y o
practicas espirituales. Durante ese tiempo y no muy lejos de ahí, Juan el Bautista, predicaba en la región de Jordán
y predicaba y aplicaba con mucho éxito
(y o popularidad) un bautismo de conversión que atraía gente de todos lados,
pues ellos también esperaban un Mesías.
Pero la fe y
la espera de una salvación no se manifestaban exclusivamente en el pueblo judío. El evangelio de hoy nos pone en presencia de
(delante de) otro tipo de experiencia o caminada. El Centurión romano, al igual
que todos aquellos que vendrán después de él “del norte y del sur, de oriente y
occidente”, no había nacido ni se había criado dentro de la fe y la esperanza judías
de un Mesías (un salvador ungido). Y por
tanto, he aquí que este centurión da pruebas de una fe sin debilidad, una fe firme,
que Jesús alaba con total admiración.
Jesús a quien
nosotros tenemos como Mesías, sabe reconocer la fe verdadera en todo lugar
donde se manifiesta. Quién sabe? En lugar de lamentarnos por la poca gente en
nuestras asambleas litúrgicas y por la poca influencia de la Iglesia, quizás deberíamos
nosotros antes que nada reconocer la fe
en todos los lugares donde se manifiesta!
REFERENCIAS:
Alain Roy. Au quotidien Avent et Noël 2011
Georges Madore,
Jean-Pierre Prévost. Au quotidien Avent et Noël 2010.
http://evangeli.net
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Gustavo Quiceno