Cuarta semana de reflexión hacia una conversión
ecológica:
VIVIR UNA METANOIA (Cambio de enfoque y o perspectiva)
Lectura del Evangelio de San mateo
13, 3b-9: El sembrador
Jesús les
habló de muchas cosas, usando comparaciones
o parábolas. Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, unos granos cayeron a lo
largo del camino: vinieron las aves y se los comieron. Otros cayeron en terreno
pedregoso, con muy poca tierra, y brotaron en seguida, pues no había
profundidad. Pero apenas salió el sol,
los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros cayeron en medio de cardos: éstos
crecieron y los ahogaron. Otros granos,
finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros
el sesenta y otros el treinta por uno. El que tenga oídos, que escuche.»
Una parábola
para ayer, hoy y mañana!
Esta es una de las parábolas más conocidas.
En pocas palabras, Jesús compara el corazón de una persona con una tierra de
diferente calidad, y la palabra de Dios con una semilla que es depositada en
ella. El juego o asunto es simple y directo: nuestra "tierra”, es fértil, pedregosa
o contaminada?
Jesús había crecido en el campo. En
su vida cotidiana Había encontrado y hablado con los agricultores y los que criaban
animales, y además poseía un buen conocimiento de los ciclos de la naturaleza. Así
para hablar de la vida humana y espiritual, muchas de sus enseñanzas se inspiran
en los fenómenos naturales, como por ejemplo la germinación de una semilla.
Pero la mayoría de nosotros vive
ahora lejos del campo. En nuestras ciudades comprendemos menos ciertos ciclos
de la naturaleza porque en lo cotidiano no los vemos casi. A fuerza de comer
fresas en invierno, a uno se le olvida que su verdadera temporada (o estación) es de corta duración!
Este distanciamiento o lejanía de la naturaleza no tendrá también un impacto
en nuestra vida espiritual y moral? Juan Pablo II lo había resumido de la
siguiente manera: “La crisis ecológica es
un problema moral. No es posible construir una sociedad pacifica, (sin) ignorar
ni el respeto de la vida ni el sentido de la integridad de la creación” (1º
de enero de 1990).
Por lo tanto, la naturaleza que nos rodea no debiera
parecernos tan extraña. Tomemos el ejemplo de aquellos que se acercan a ella : un
canoero sabe leer las olas, un agricultor sabe leer el cielo, un alpinista sabe
leer la roca, simplemente desarrollando su sentido de observación.
Retomemos la costumbre de inventar parábolas
y metáforas relativas a la naturaleza. Y ya que nuestra sociedad está
totalmente volcada en la búsqueda de espiritualidad, los cristianos deberíamos ser
los primeros en ofrecer enseñanzas inspiradas o emanadas de la naturaleza; no será
esta la mejor manera de seguir el ejemplo de Jesús?
Por ejemplo, seria interesante
desarrollar una espiritualidad inspirada en la observación del diente de león.
Menos espectacular o vistoso que el tulipán, la rosa o el clavel, él goza de
ventajas innegables. El diente de león crece y forma granos que se dispersan a
los cuatro vientos; cuando se camina sobre ellos (o se les pisa) o cuando se
les corta, el resurge y crece de nuevo
un poco mas corto, porque sus raíces son profundas.
De igual modo, no dejemos marchitar
nuestra fe como los tulipanes, pero renazcamos cada vez, a pesar de las dificultades que afrontamos, como el diente de león, finalmente signo de resurrección y perseverancia para nuestra fe.
El que tenga oídos que escuche!
Dele importancia al desafío de crear su
propia parábola inspirada en la naturaleza y las maravillas de la creación.
Este ejercicio lo acercara de la pedagogía de Jesús. Estar mas atentos a
nuestro mundo, significaría causar impactos en nuestra vida espiritual y así obrar
una verdadera metanoia.
Esta palabra griega, traducida muy a
menudo por “penitencia” o “arrepentimiento”, hace alusión preferiblemente un
cambio “más allá de nosotros”, un cambio de dirección, un movimiento de conversión,
es una sacudida de la persona para que ella se abra a algo mas grande y que la
supera.
ORACIÓN
Oh gran Dios Creador, tu has hecho
nuestro mundo, la naturaleza,
para que la vida surja y resplandezca.
No solamente los animales y los
vegetales pueden alimentarnos,
vestirnos, abrigarnos, sino que ellos
igualmente pueden
instruirnos e inspirarnos.
De este modo tu Palabra caerá en una
buena tierra,
Un corazón a la escucha de tu creación.
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Gustavo Quiceno