De cuál pan tenemos hambre?
El sistema económico actual nos inculca que la mejor manera de manifestar nuestro amor es ofreciendo un bien material. Que la verdadera felicidad, es la montaña de regalos para los niños. Que la verdadera vida es poseer mucho, y no importando el endeudamiento personal.
Como cristianos debemos ser lúcidos y tratar de encontrar así sea un poco de libertad de cara a este sistema de la sociedad mercantilista y de consumo. Nuestra adhesión a Cristo no nos guiara acaso hacia un comportamiento diferente?
Tenemos hambre de qué o de QUIEN?
L E C
T U R A S
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 16, 2-4.12-15
En aquellos días. Toda la comunidad de Israel murmuró contra Moisés y Aarón
en el desierto diciendo: “¡Ojalá hubiéramos muerto por mano del Señor en
Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta
saciarnos! Vosotros, en cambio, nos habéis traído a este desierto para hacer
morir de hambre a toda esta muchedumbre”.
El Señor dijo a Moisés: «Mira, voy a hacer llover pan del cielo para
vosotros. El pueblo saldrá todos los días a recoger la ración diaria, a fin de
probarle si camina según mi ley o no. «He oído las murmuraciones de los
israelitas. Diles: a la tarde comeréis carne, y a la mañana os saciaréis de
pan; así conoceréis que yo soy el Señor, vuestro Dios». Por la tarde salieron
tantas codornices que cubrieron el campamento, y por la mañana había en torno a
él una capa de rocío. Cuando se evaporó el rocío, apareció sobre la superficie
del desierto una cosa menuda, granulada, fina, como escarcha sobre la tierra.
Los israelitas, al verla, se dijeron unos a otros: “man hu'= ¿qué es esto?”,
pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Éste es el pan que os da el Señor
para comer”.
Palabra de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO 77
R.- EL SEÑOR LES DIO UN TRIGO CELESTE
Lo que hemos
oído y aprendido,
lo que nuestros
padres nos contaron,
no se lo
ocultaremos a sus hijos;
contaremos a la
generación futura
los títulos de
gloria del Señor,
su poder y las
maravillas que él ha hecho. R.-
Pero a las nubes mandó desde lo alto
y abrió las
compuertas de los cielos:
hizo llover maná
para saciarlos,
les regaló el
trigo de los cielos. R.-
Cada uno comió el pan de los fuertes,
les mandó comida
hasta la saciedad.
los llevó a la
tierra santa,
al monte que su
diestra conquistó. R.-
SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA
CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS 4, 17.20-24
Hermanos: os digo y os pido en nombre del Señor que no viváis como viven
los paganos, con sus vanos pensamientos. No es eso lo que vosotros habéis
aprendido de Cristo; pues si verdaderamente habéis oído hablar de él y os han
instruido en la verdad de Jesús, debéis despojaros de vuestra vida pasada, del
hombre viejo, corrompido por las concupiscencias engañosas, renovaos en vuestro
espíritu y en vuestra mente y revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en
justicia y santidad verdadera.
Palabra de Dios
ALELUYA Mt, 4, 4b
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios.
EVANGELIO
LECTURA DEL
SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 6, 24- 35
En aquel tiempo,
cuando la gente vio que no estaban allí ni Jesús ni sus discípulos, subieron a
las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Lo encontraron al otro lado
del lago, y le dijeron:
--Maestro,
¿cuándo has venido aquí?
Jesús les
contestó:
--Os aseguro que
no me buscáis porque habéis visto milagros, sino porque habéis comido pan hasta
hartaros. Procuraos no el alimento que pasa, sino el que dura para la vida
eterna; el que os da el hijo del hombre, a quien Dios Padre acreditó con su
sello
Le preguntaron:
--¿Qué tenemos
que hacer para trabajar como Dios quiere?
Jesús les
respondió:
--Lo que Dios
quiere que hagáis es que creáis en el que él ha enviado.
Le replicaron:
--¿Qué milagros
haces tú para que los veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres
comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del
cielo».
Jesús les dijo:
--Os aseguro que
no fue Moisés quien os dio el pan del cielo; mi Padre es el que os da el
verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la
vida al mundo
Ellos le
dijeron:
--Señor, danos
siempre de ese pan.
Jesús les dijo:
--Yo soy el pan
de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá
sed jamás.
Palabra del
Señor-
A guisa de
introducción:
El pan que se da siempre…
Los niños de la región más
septentrional de Camerún y pertenecientes al pueblo Mafa me dieron grandes
lecciones de vida que alguna vez subrayé en artículos pasados. Uno de esos
momentos o gestos inolvidables, y que se repitió varias veces era el
ofrecimiento que me hacían de sus frutos recolectados de los arboles que
rodeaban sus viviendas. En esos días de
agosto, de vacaciones escolares y donde la comida escaseaba más que nunca, los pequeños
entre 6 y 12 años trepaban a los arboles para coger pequeños frutos y echarlos
en bolsas de plástico, luego repartirlos equitativamente y comerlos, saciando
en parte así su hambre…Luego venían a la casa de la misión (la casa cural) un
grupo de hasta 5 u 8 y me ofrecían uno
de sus bolsas plásticas llenas con bolitas entre colores amarillo y verde y
totalmente desconocidas para mi…En un principio yo pensaba que los chicos
querían venderme su producto y obtener una pequeña remuneración…pero no, desde
el principio insistían y dejaban claro que era gratis: “Dala aaba baba ngaya” (“no vale nada mi Padre”) decían casi en
coro. Esta experiencia con los niños permitió que viera ante todo la inmensa
bondad y gratuidad de Dios reflejada en la naturaleza de aquellos arboles que
en tiempos de sequia posibilitaba alimentar un poco no solo el estómago sino
también el espíritu de los infantes…Luego el ansia de compartir con los
demás tan natural y tan presente en los
niños (como en los adultos a la hora de las comidas) también me conmovió
profundamente…Una vez más me cercioré y me dije como Jesús alguna vez lo afirmo
en los evangelios , ellos “no estaban lejos del Reino de Dios”.
Aquellos frutos silvestres no
solo en el África, sino también en nuestras regiones selváticas y campestres
colombianas (moras, guayabas, uchuvas…) y que de niños seguramente muchos de
nosotros también recolectábamos podíamos y podemos compararlos con el “maná” o
sea la comida que Dios hacia caer del cielo para el pueblo hebreo errante en el
desierto.
Así, el maná (que es más que el
nombre del famoso grupo de rock-pop mexicano y una canción infantil de Plaza
Sésamo “Maná-maná, patii patiiti…”), es el símbolo de la comida gratuita que
viene del cielo y ofrecida cada día, nos es evocado este domingo.
En el evangelio una gran multitud
(no me gusta mucho la palabra “muchedumbre”)
ha comido en abundancia el pan que les ha dado Jesús. La gente piensa
naturalmente en el maná que comía el pueblo israelita en el desierto y le pide
al Señor: “Danos siempre de ese pan”.
Jesús responde a la petición de la multitud: “Yo soy el Pan de vida. Aquel
que viene a mi nunca más tendrá hambre; el que cree en mi nunca mas tendrá sed”.
La cosecha o recolección de los dones de Dios siempre exige un esfuerzo. Es
dentro de este esfuerzo realizado día a día
para recibir ese pan misterioso y compartirlo que se reconoce y se
aprecia la riqueza de su presencia…como lo hacían los niños del Camerún con sus
pequeños frutos.
Aproximación psicológica del evangelio:
Cuidado con lo que comen!
Dios se preocupa del ser humano y
quiere verlo crecer. Él se inquieta de verlo agotándose en actividades y
preocupaciones que lo hacen dar vueltas. “por
qué gastan el dinero en lo que no es pan, y su trabajo en lo que no sacia?”,
demanda Dios por intermedio del profeta Isaías (Isaías 55,2).
Esta cuestión nos parece que hoy tiene una gran actualidad en un mundo
donde efectivamente gastamos nuestro dinero en diversos productos de
consumación que además de nunca saciarnos (o llenarnos) también nos dejan en la
superficie de nuestro ser y alejados más que antes de nuestros recursos o
fuentes espirituales.
Jesús retoma acá la misma pista
cuando nos dice: “es necesario que se
pongan a trabajar no para obtener este alimento o comida que perece, sino la
comida que permanece para la vida eterna” (v.27). “Ustedes me buscan porque han comido pan hasta saciarse” (v.26).
Ustedes se interesan en mí porque
yo les he alimentado su sed de lo mágico, de milagros (uno podría agregar hoy:
de religiosidad). Pero todo esto no les permite avanzar mucho, y lo que yo quiero, es justamente hacerles
avanzar, abarcar y tomar su verdadera
hambre y su verdadera sed, de ponerlos en camino a este nivel.
Mateo 5,6 sería un buen eco de esta palabra: “Bienaventurados (o felices) aquellos que tienen hambre y sed de
justicia”…Felices los que no trabajan por la “comida que se acaba (o
perece)”: bienes de consumo, reconocimiento social, seguridad y confort
ilimitados, religiosidad, espiritualidad comprometida con la inconsciencia
social…
Felices aquellos que están en
búsqueda de la “comida que permanece”, bienaventurados aquellos cuya hambre y
sed de justicia les hace semejantes a Jesús, a Él, para quien “su alimento era el de hacer la voluntad de
Aquel que le había enviado” (Juan 4,34).
Esta “sed de justicia”, esta
“voluntad de Dios”, miren cómo la expresa el profeta Isaías: “romper
las cadenas injustas (…) romper todos los yugos, compartir tu pan con el
hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al
desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante..? (Isaías 58,6-7).
Esta “sed de justicia”, era ya
visible en las prácticas de Jesús, pero Él lamenta que no se vuelva una norma
de vida y uno no se apropie de ella: “En
verdad les digo que ustedes me buscan, no porque hayan visto las señales”
(v.26). Ustedes se apegan a los detalles superficiales de mi acción, sin
dejarse interpelar (o cuestionar) por lo esencial…”Pónganse a la obra” (v.27)! mejor dicho “a trabajar!”
REFLEXION CENTRAL:
Yo soy el pan de vida
Continuamos hoy meditando el
capitulo 6 del evangelio de San Juan. A partir de este evangelio, vemos a Jesús
actuar en otro nivel. El domingo pasado, el evangelio nos relataba una acción
exterior y visible de Jesús: “La multiplicación de los panes”.
Ahora Jesús trata de actuar en
los corazones, en los espíritus. Trata de encaminar su auditorio más lejos. Su
punto de partida obligado son los sentimientos, los pensamientos, la mentalidad
de estos judíos que han venido con Él al desierto.
El milagro del pan ha iniciado en
ellos un proceso de esperanza y de sueños. Ellos ven en Jesús al nuevo Moisés
que dona el “maná” de los tiempos
últimos, el Eliseo enviado por Dios para realizar maravillas todavía más grandes o mayores que aquellas de las
cuales fueron testigos los ancestros. He aquí el punto de partida de Jesús.
Su punto de culminación o final? Es llevar esta gente a comprender que Él,
Jesús a la vez es y no es el Mesías esperado.
Él es, bien claro, el enviado de Dios en quien se cumplen todas las promesas pero no a la manera como
lo sueñan los judíos: no a partir de maravillas en el cielo, no por la fuerza
política, no por la abundancia material, sino por una respuesta más radical a
las verdaderas necesidades del ser humano. Cristo debe
entonces a su vez, llevar a descubrir a esta gente su verdadera hambre, mucho
más profunda que el hambre de pan y de lo mágico o maravilloso, y hacerles
descubrir que Él es el solo pan dado por el Padre para alimentar la humanidad. Es necesario creer para percibir el
misterio de Cristo. Desafortunadamente, los judíos exigen ver para creer
cuando es necesario creer para ver.
Otra hambre (u otros apetitos)…
A las numerosas definiciones
existentes del ser humano, yo agregaría otra: “la persona es un cumulo de
hambres!” (otros dicen “un animal de eternas insatisfacciones”) Todos
nuestros sentidos tienen hambre: los ojos tienen hambre de ver, los oídos de oír,
la boca de gustar, la nariz de oler, el cuerpo de tocar…
Físicamente, todos nosotros
tenemos necesidad de ser alimentados por todo tipo de sensaciones. A menudo
ellas son tan ricas, tan variadas, tan intensas, que parecen colmar nuestra
vida. En efecto, algunas personas lo hacen a lo largo de toda su vida. Ellas se
convierten en prisioneras de sus apetitos físicos. No pueden tomar más distancia con respecto a esas hambres. Ellas
viven sobre la epidermis del ser. De igual modo, ellas no pueden percibir otras hambres.
El hambre fundamental
Porque hay otras hambres más radicales, más exigentes, que son
preferiblemente necesidades de la persona toda entera que de su cuerpo
solamente. Podríamos resumir estas
hambres en tres necesidades fundamentales:
La PRIMERA es la necesidad de seguridad. Ya sea uno un
niño pequeño, un adulto o un anciano, uno siente la necesidad de proteger su
vida de la enfermedad, del hambre, de la muerte. Si esta seguridad no es
asegurada (valga la redundancia), uno no funciona más. Es sino mirar los
destrozos sicológicos que provoca en un individuo y su familia el desempleo, o
simplemente la amenaza de llegar a quedarse sin trabajo.
La segunda necesidad es aquella de REALIZARSE, de llegar a la
plenitud. Cada ser humano porta en su interior riquezas, potencialidades que
quieren ganar su lugar, su sitio en el gran día. Un siempre quiere “ganar o tener su sitio en el mundo gracias
a sus talentos y potencialidades”. Como una semilla traza o dibuja su
camino a través de la tierra y mismo en las piedras para poder estirarse y ser
frondosa, la persona puede a veces
desplegar o gastar energías considerables para poder realizarse. Ya sea que uno
piense en la adolescencia, este periodo de la vida donde uno despliega tantos
esfuerzos para afirmarse y uno se revela
contra la autoridad, o donde uno rechaza de ser encerrado o clasificado en un rol de dependencia
así se le ofrezca la seguridad.
La tercera necesidad es la de ser
reconocido. Es esencial para un ser humano que los otros digan SI a
su presencia, a su existencia. Todos
tenemos necesidad de sentir que somos importantes para alguien, que otros se
den cuenta que existimos y que acojan nuestra existencia en la de ellos.
Como canta en una letra de música
tropical el venezolano Pecos Kanvas : “Todo
el mundo necesita amor…” Cada uno de nosotros lleva en su corazón esta
inmensa hambre de ser mirado amorosamente por los otros, de ser reconocido, de
sentir que los demás son felices de que
uno exista.
Hambres superficiales:
Tales son las hambres
fundamentales del ser humano, pero como lo subraya R. Blondin en su libro “La
felicidad posible”, el problema de las gentes de occidente es que su corazón es
una selva de 1000 deseos que esconden las verdaderas hambres. Somos como los
niños que caminan en un lugar entre montañas
de juguetes y que lloran porque no pueden llevárselos todos a su casa. Una cosa
que es simplemente útil o agradable se convierte con facilidad en algo esencial
para nuestro bienestar o felicidad. Si no me compro tal mueble o tal carro, si
no hago tal viaje, si me pierdo tal o cual salida, mi vida es destrozada o
demolida. Como uno se hace la felicidad frágil! Como dice San Pablo en la
segunda lectura escuchada hoy, uno tiene fácilmente el corazón habitado por
“deseos engañosos”.
En el evangelio, Jesús denuncia
aquellos que no esperan de Él nada más que el pan que alimenta el vientre. Hoy
aun, nosotros estamos tentados a
utilizar a Jesús para que
responda nuestras hambres superficiales. Hay gente que ora, encienden lámparas
para que haga buen tiempo en el momento de su picnic, o que tal asunto o negocio interesante se
cierre bien, o para que la cosecha (de café) de cualquier producto sea buena…
Jesús entonces puede volvernos a
decir lo que le decía a sus contemporáneos: “no
me busquen porque hayan comido pan hasta saciarse. No trabajen por la comida
que perece, sino por la comida que permanece” (v. 26 y 27).
Otro
pan…
Jesús va aun más lejos. Él
denuncia todos aquellos quienes, conscientes de su verdadera hambre, tratan sin
embargo de saciarlas por si mismos. Él condena los fariseos ya que ellos tratan
de responder a su necesidad de ser reconocidos por sus solos esfuerzos,
cumpliendo actos religiosos. Solo Dios puede reconocerlos, les dirá Jesús. Es
necesario buscar la Gloria que viene de Dios y no de los hombres. Jesús denuncia aquellos que buscan
realizarse en el solo éxito material, cuando el destino del ser humano llama a
un ideal mucho más rico y pleno.
El denuncia aquellos que fundan y
o ponen su seguridad en el dinero,
cuando este no puede darles una milésima de segundo más de vida.
El pan de la presencia
Pero si Jesús rompe así las
ilusiones de las personas, es para irrigar su deseo hacia su verdadera fuente,
es para ofrecer a su hambre el solo pan verdadero, su propia persona: “Mi padre les da el verdadero pan, el que
desciende del cielo”. Esto quiere decir que nuestra verdadera seguridad no
puede venir de nosotros mismos. Ella no puede venir sino de OTRO. Ella no puede
venir sino de Dios. Jesús se nos propone como aquel que en su ser lleva la
fuerza para vencer a la misma muerte . Él es el medico de la vida. Él es el
solo remedio contra la muerte. Ya que lo esencial de la muerte, no es
totalmente la desaparición de los cuerpos, es la desaparición de los lazos y la
ruptura de las relaciones. Háblenle a cualquiera que vive sus últimos momentos,
en la agonía de su vida. Lo que le da miedo, no es encontrarse muerto, no, es
la de encontrarse o verse solo! Ahora la relación por la cual Cristo quiere
unirnos a Él es tan fuerte que la muerte
misma no puede romperla. Y esta fuerza de Cristo ha estallado en la
resurrección. Esta es la victoria de la relación sobre la ruptura, es la unión
al Padre que sobrevive a la fractura de la muerte.
“Yo quiero vivir mi vida”. Así se resume a menudo la necesidad de
realizarse o sentirse colmado. Y es necesario mucho camino o recorrido de
madurez para descubrir que el solo éxito que cuenta de verdad es antes que
todo interior. Éste consiste en llegar a
ser plenamente uno mismo, preferible que
realizar muchas cosas. Entonces, Cristo
es el ser humano totalmente exitoso, realizado, aquel que ha actualizado todas
nuestras virtualidades (potencias o capacidades). Y por tanto, en términos materiales Él ha realizado
poco: Él no ha construido nada, Él no ha amasado fortuna. Él se ha realizado en
esta dimensión donde el hombre es la máxima imagen de Dios: en la dimensión de
un ser relacional abierto a todos los demás seres y abierto al totalmente Otro
(Dios).
Y Él se nos ofrece como el camino
que conduce al verdadero cumplimiento o realización de nosotros mismos. Si
somos imagen de Dios en nuestro nacimiento, es un poco a la manera por la cual
somos imágenes de nuestro padre o de
nuestra madre: en potencia. Nosotros debemos entonces llegar a ser imagen de
Dios a la manera de Cristo, quien es el camino y el término de esta
realización.
El pan de la dignidad
“Yo soy el pan de vida que dona la vida al mundo”. En el evangelio si uno ve a Jesús hacer
volver a la vida algunas personas (Lázaro, la niña del jefe de la sinagoga, el
hijo de la viuda), se le ve sobretodo resucitar la esperanza y la dignidad en
el fondo de sus corazones. Esto es particularmente impactante en su encuentro
con las personas que ya no son más nada a los ojos de los otros.
A los ojos de todos, Zaqueo no es
más que un ladrón. Mateo es un explotador: Magdalena, una prostituta, y la
mujer adultera, una pecadora. Todas estas personas no atraen nada más para sí que desprecio. Pero he
aquí que sobre su camino, ellos viven un encuentro que los sacude, que les
resucita. Si Jesús quiso morir entre dos ladrones, no es para revelarnos en el
supremo momento de su vida que Él siempre esta dispuesto a acogernos? La
diferencia entre los dos ladrones no reside en la gravedad de sus crímenes:
tanto el uno como el otro es culpable. La diferencia reside en el hecho que uno
ha sabido percibir esa mirada de amor depositada en él y lanzarse, pleno de
confianza en los brazos de Cristo. Él ha sabido ver, tomar y comer este pan
roto, esta presencia de amor a su lado. Solo
Cristo nos ama lo suficiente para venir a nosotros a pesar de nuestros pecados,
para venir hacia nosotros a pesar de nuestros fracasos, y darnos todo lo que Él
es.
Ser creyente, es entonces primero
que todo aceptar ser incomodado o cuestionado por la Palabra de Dios que
denuncia o descubre nuestros deseos engañosos, revela la fragilidad de nuestras
satisfacciones o alegrías y nos llama a descubrir en nosotros nuestras hambres
las más verdaderas, las más profundas.
Ser creyente, es descubrir en la fe el verdadero pan que no es un objeto
sino una persona, Cristo. Él se nos propone o se nos presenta para salvar
nuestra vida de la muerte, para conducirnos al cumplimiento o realización de
todo nuestro ser, para depositar en nosotros su mirada de amor y vestirnos de
dignidad.
En conclusión con
respecto a la Eucaristía
Al mencionar el mana del
desierto, Jesús hace alusión al estatuto del hombre pecador en el libro del Génesis
(capitulo 3). “Comerás el pan con el
sudor de tu frente”. Alimento obtenido para un trabajo agotador, comida que
no llega a conjurar la vejez y la muerte, comida sembrada o cultivada, que
monta de la tierra que implica el trabajo agotador y el sudor de la frente.
En el texto de San Juan, todos
estos términos son puestos a la inversa. Jesús anuncia un pan que no sube de la
tierra sino que desciende o baja del cielo. Un pan que no es el fruto del
trabajo ya que el solo esfuerzo exigido para recibirlo es aceptarlo en la fe. Lo que Dios espera de nosotros es que
creamos que Cristo es nuestro pan de vida.
La Eucaristía o (santa cena o misa) no es simplemente una comida, una
liturgia donde todo debe desenvolverse según las normas o las rúbricas, o donde
cada quien cumple el papel asignado. No se trata de un acto donde el sacerdote
se pone lujosos vestidos litúrgicos, con suntuosas decoraciones, música inspiradora,
homilías bien preparadas…Se trata de un encuentro comunitario que acrecienta
nuestra fe en Jesús, el Pan venido del cielo.
Cuando yo compartía mi fe en Camerún,
recuerdo haber presidido la Eucaristía utilizando como altar piedras planas y
alargadas bajo los árboles o bajo una improvisada enramada. Mas, la comunidad
cristiana estaba presente y participaba activamente, con alegría y convicción.
Cristo estaba presente, como lo está hoy en nuestras grandes iglesias y
catedrales.
En uno de sus libros, el P.
Joseph Pellegrino formula la pregunta: “Qué es lo que hace que una persona sea cristiana?” Es el bautismo? Cientos de personas son
bautizadas y enseguida no tienen más contacto con el cristianismo. Acaso es el
hecho de pertenecer a una parroquia?.. De llenar los formularios para obtener
la confirmación de los hijos o de los niños, o para casarse en la iglesia? Qué
es lo que hace a una persona ser cristiana? La respuesta es simple: Jesucristo. Todo lo que es importante en el cristianismo gira alrededor de Cristo.
Aquellos que le rinden homenaje y lo dejan entrar en sus vidas de todos los días,
son cristianos. “La obra de Dios, es que ustedes crean en Aquel que Él (Dios Padre) ha enviado”
OBJETIVOS DE VIDA PARA LA SEMANA :
·
Evaluó
mi libertad en relación a los bienes materiales
·
Con el fin
de sostener mi fe y la de otros, participo en reuniones de mi comunidad:
celebraciones, fiestas, grupos de compartir de la fe, etc.
·
Cuando es cuestión de actualidad o la
coyuntura actual, intento elevar el nivel de la conversación buscando los
signos que Dios hace a nuestro mundo (realzar en la historia cotidiana “los
signos de los tiempos”).
ORACIÓN
Señor, Tú sabes cuales hambres habitan dentro de mi,
Sobretodo aquellas que yo no descubro o escondo ante los otros
y que me atormentan en lo secreto.
Tú eres para mí el pan del cual tengo necesidad
para que mi corazón, mi alma, mi fe
encuentren cada día fuerza y sostén.
Tú tienes el Pan de Vida que colma todas las hambres.
dame siempre de ese pan…
Dame el pan de la decisión, el arrojo y la valentía para hacer mis tareas…
Dame el pan de la confianza en mí mismo
y de la más grande libertad interior…
Dame el pan de la esperanza
para soportar mi cáncer (o enfermedad) hasta el fin…
El pan de la paciencia, de la fidelidad y de la alegría
para alimentar mis amores…
El pan de la sabiduría para darle sentido y sabor a mi vida…
Tengo hambre de Ti, Señor, de tu ternura y tu regalo del perdón.
Tengo hambre de tu Gracia para abrirme a tu luz y a tu paz.
Aliméntame de tu Palabra que deja entrever las puertas del cielo!
Permíteme ser sensible al hambre
que los hombres, las mujeres y los niños
alrededor mio o de otras partes en el mundo sienten con agudeza.
Tantas personas tienen hambre de ser aceptadas tal como ellas son.
Tantas personas sufren a causa de la injusticia, el rechazo y la soledad.
Tantas personas tienen hambre de amor y de amistad.
Haz de mí un buen pan para sus hambres,
Tú, Señor, quien me nutres de tu
vida.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS:
·
Para las
lecturas: http://betania.es
·
Pequeño misal “Prions en Église”, edición quebequense,
Novalis, 2012.
·
HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
·
Revue Liturgique «
Célébrer « , Canada, mil neuf cent quatre-vingt Cinq.
·
http://cursillos.ca , reflexion del P. Allard, s.d.v
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Gustavo Quiceno