miércoles, 27 de febrero de 2013

3 de marzo del 2013: 3er Domingo de Cuaresma C




y entonces… Quién es Dios?

El mismo se revela como aquel que está con su pueblo, que es rico en  “ternura y piedad” para el hombre, Él es paciente con cada uno de nosotros. Su amor es seguro, él hace vivir. Para aquellos que se apoyan en su Palabra, Dios es luz. Él les ofrece la esperanza y la vida.



L   E   C   T   U   R   A   S


PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 3, 1-8a. 13-15

En aquellos días, pastoreaba Moisés el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo:
—Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.
Viendo el señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
—Moisés, Moisés.
Respondió él:
—Aquí estoy.
Dijo Dios:
—No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.
Y añadió:
—Yo soy el Dios de tus Padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios. El Señor le dijo:
—He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oídos sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que emana leche y miel. Moisés replicó a Dios:
—Mira, yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntan cómo se llama este Dios, ¿qué les respondo?
Dios dijo a Moisés:
—Soy el que soy.
Esto dirás a los israelitas:
—Yo soy, me envía a vosotros.
Dios añadió:
—Esto dirás a los israelitas: Yahvé (El-es) Señor Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación.
Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL
SALMO 102

R.- SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO.

Bendice alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R.-

Él perdona todas tus culpas,
y cura todas tus enfermedades;
Él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.-

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.-

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R.-


SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 10, 1-6. 10-12

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la misma roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron nuestros padres. No protestéis como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo: y fue escrito para escarmiento nuestro, a quien nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.
Palabra de Dios


 ACLAMACIÓN Mt 4, 17

Convertíos dice el Señor, porque está cerca el Reino de los Cielos.


EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 13, 1-9

En una ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús le contestó:
— ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola:
—Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.
Palabra del Señor



A guisa de introducción:

“No dejes para mañana…

lo que puedes hacer hoy”, es un adagio o refrán muy recurrente entre el pueblo…Y cuántos de nosotros decimos “Bah! Voy hacer esto mañana”.  En ocasiones no era importante y no nos arrepentimos. Otras veces, era importante, nos damos cuenta luego de ello, y terminamos arrepintiéndonos.

“¡Yo lo debí haber hecho, qué mala suerte, yo desaproveché!, qué error acabo de cometer!”  Así son nuestros asuntos con Dios.

Dios habla e interviene en nuestras vidas. A veces Él interviene de manera suave y casi desapercibida, en otras lo hace con mucha determinación o energía, y tanto que lo percibimos…

Después de haber escuchado su voz y haber tomado conciencia de lo que Él espera de nosotros, nosotros podemos decirnos: «Es necesario que yo vea. Es necesario que yo me implique…Mañana, ya veré.  Está decidido» Y nos vemos de pronto sobre una cuesta resbaladiza. Quizás el gusano está ya dentro de la manzana o la plaga esté en el jardín.

Es verdad que, mañana podrá ser tiempo aun de comprometernos. Es posible que, mañana, nosotros estemos en capacidad de realizar o cumplir lo que hemos decidido hoy. Pero también es verdad que, mañana, podría ser un poco tarde. ¿Por qué aplazar para mañana?

Escribo ahora teniendo bajo la lupa el texto del evangelio que escucharemos hoy. El texto nos habla de un árbol (Higuera) que no daba frutos y exasperó a Jesús, que quizás tenía hambre como lo pretenden hacer notar los otros dos evangelistas en sus textos paralelos… y que por ello lo maldijo. Lo particular de Lucas, como siempre es su ternura y su misericordia, vemos hoy como Jesús se muestra comprensivo y paciente ante la planta.

(Paréntesis para un chascarrillo a propósito del asunto: que un día Jesús y sus discípulos venían con un hambre inmensa y que de pronto se encontraron con este árbol, pero para su sorpresa no le hallaron frutos (que fueran comestibles), entonces Jesús se enojó (pero era la ira santa) y entonces lo maldijo…Una vez termino sus improperios contra al árbol aquel, Pedro que además de pescador tenia nociones de botánica le dijo: “pero maestro, no ves que es un árbol macho?” (risas pregrabadas como diría un reconocido humorista colombiano…y explicándolo para saber, que según un artículo francés de Wikipedia el árbol macho de la higuera no da frutos, al menos comestibles).

Y es verdad que un árbol que no da frutos nos desconcierta, nos entristece y nos hace cuestionarnos…Yo recuerdo cuando niño que en la finca de mi abuelo paterno Tomás, había un palo de mango al frente del corredor de la gran casa y y estaba a la entrada para los potreros…Era un árbol frondoso, grande, pero que nos mantenía en ascuas a todos (sobre todo a  los niños) porque esperábamos que nos diera sabrosos mangos…eso le echaban de todos los abonos posibles, pero nunca dio nada…para concluir que una vida infructuosa es desalentadora.

El mensaje es claro: CONVIÉRTANSE. Ustedes aún no se han convertido plenamente; ajusten y o sincronicen como debe ser su vida con el evangelio, así ustedes serán muy felices.


¿Por qué no empezamos a dar frutos hoy? ¿Por qué dejar para mañana aquello que podría hacernos felices hoy? ¿Por qué pensar que, con Dios, nunca nada no tiene afán (o apuro)?




Aproximación psicológica del evangelio:

Plantados o sembrados en el mismo jardín

Los versículos del evangelio escuchado hemos de ubicarlos en el contexto de las controversias de Jesús con los fariseos. Interrogado sobre una represión asesina y sobre una hecatombe sucedida en un terreno de construcción, Jesús responde: dejen de interpretar con su visión las cosas lo que les sucede a otros y mejor preocúpense del sentido de su propia existencia.

La claridad de la parábola que sigue nos lleva a agregar: lo que es sorprendente no es que los galileos o la gente de Siloe haya muerto, lo sorprendente más bien es que ustedes aun estén con vida! Lo que es inexplicable, es que en su terquedad y en su inconsciencia, ustedes todavía no hayan provocado la cólera de Dios! Comprendan que su margen de maniobra es limitado, que es ahora cuando es necesario que ustedes tomen decisiones con respecto a su fe y al sentido de su vida. Ustedes constatan que la manera como llevan su vida no les hace producir ningún fruto, que no les produce nada el persistir con terquedad en una teología y moral ya superadas (antiguas). Con sus leyes y sus principios, con su dominación sobre la conciencia de los pequeños, ustedes agotan (empobrecen) el suelo. Ustedes drenan todas las energías y no queda más para la viña, para que la verdadera comunidad de los creyentes eche raíz y se fortalezca.




Esta parábola es casi un grito. Ella se constituye en una violenta protesta de Jesús ante una élite encerrada en sus privilegios, incapaz de consentir al desbloqueo en el que Jesús trabajaba con mucho esfuerzo. Y Jesús resentía esta oposición como un rechazo especifico de conversión de cara a Dios. Para Él, su causa y la causa de Dios estaban íntimamente ligadas.

De qué modo ésta parábola del evangelio nos atañe hoy?

Tomando como referencia el planeta, todos vivimos al lado de los otros, en un mismo jardín. Y los recursos inmediatamente disponibles en este jardín, en  un momento preciso de su historia ya no son ilimitados. De igual modo,  las ideas que tengo y la manera como yo vivo no son indiferentes para el bienestar o mismo para la supervivencia de aquellos que están plantados alrededor mío. Yo puedo explotar las reservas comunes para mi consumo personal, sin preocupación de fecundidad social, de promoción comunitaria de los más desfavorecidos. Actuando de este modo, yo
privo al otro de aquello a que tiene derecho, y yo llevo así a los más débiles a su desaparición. En un jardín de este género, los más fuertes crecen, y los más débiles desaparecen.

Ahora, según Jesús, tal comportamiento aparece absolutamente inaceptable, mismo ante los ojos de Dios.




REFLEXIÓN CENTRAL (1)

Una estación (o periodo, o tiempo) para convertirse

Nos encontramos ya en el tercer domingo de Cuaresma. Dónde estamos? En qué parte del camino? Cómo va la travesía del desierto, el esfuerzo en nuestra oración, nuestro ayuno, nuestros encuentros con los hermanos,  nuestra penitencia para llegar con dignidad y con lo necesario a la fiesta de Pascua?

En el primer domingo, tratamos  de comprender las tentaciones que nos asaltan y que nos hacen desviar de nuestro camino. La semana pasada, es en el misterio del rostro que nos detuvimos, el rostro de Jesús que se manifiesta en su Verdad, a través su Transfiguración, nuestro propio rostro a veces máscara, a veces luz.

Hoy se trata de una higuera estéril. Jesús cuenta una parábola donde el esquema se remonta mucho tiempo atrás en la cultura de su tiempo. Sabemos que la higuera es quizás el primer objeto de la agricultura y que esta data de tiempos remotos, a propósito nos dice WIKIPEDIA: Fue una de las primeras plantas cultivadas por el hombre. Un artículo en la revista Science constataba el hallazgo de nueve higos fosilizados fechados alrededor de 9400-9200 a. C. en el poblado neolítico Gilgal I, en el Valle del Jordán. Debido a que las higueras son del tipo partenocarpico, constituyen una de las especies domesticadas. Este hallazgo antecede la domesticación del trigo, la cebada y las legumbres, por lo que puede ser el primer caso conocido de agricultura.

Había también un pequeño relato que databa del siglo V antes de Cristo y se escuchaba en tiempos de Jesús: había un árbol de higuera que se encontraba rodeado de agua y que no daba fruto. Su dueño quiere tumbarlo. El árbol le dijo: “trasplántame y si todavía soy estéril, entonces córtame. Pero el propietario le dijo: “cuando estabas entre el agua no dabas ningún fruto, como pretenderás querer dar fruto en otra parte? (J. Jeremias, les paraboles de Jésus, p.168).

En el tiempo de Jesús, en una cultura oral, la gente tenía historias comunes, parábolas, cuentos, relatos que cada quien retoma e interpretaba a su manera…Ocurre como con el cuento de Caperucita Roja, a mi me gusta contar la versión donde es la abuela que se come al lobo. Jesús era manifiestamente un buen contador de cuentos y utilizaba un viejo fondo folclórico para transformarlos.

He aquí entonces un hombre que ha plantado una higuera en su viña, era la costumbre de hacerlo así, de tal modo que las viñas llegaban a ser  igualmente huertos con diversos frutos. El dueño ha plantado una higuera, pero la higuera no da frutos. Este árbol, como el mango de mi infancia, tenía probablemente muchas hojas pero nada de frutos. El texto dice que el propietario espera  higos en vano después de 3 años. Normalmente, ese es el tiempo que necesita una higuera para dar frutos. Agreguemos otros 3 años donde el dueño espera en vano  y nos encontramos con que son 6 años ya en los que la higuera se nutre del suelo, pompea el agua del terreno, da sombra a la viña pero no reporta nada. La decisión normal, entonces, es cortarla. “¿Para qué ha de ocupar terreno?”, dice el texto del evangelio (v.7). Si se corta, se tendrá al menos fuego para la chimenea y calentarse, se podría decir. Acá en Canadá, por ejemplo, se sabe de personas que cortan arboles de acer (maple en inglés o érable en francés)  para una ganancia inmediata.

Pero Jesús cambia el relato. A pesar de los 6 años de esterilidad, el viñador pide un año más: “el tiempo para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono”. (v.8).

Qué es lo que quiere decir esta historia? Me parece que es directo y simple. Jesús dice a quienes lo escuchan que están retardados para producir frutos. Se espera de ellos la bondad, la dulzura, la generosidad. Se espera los frutos normales de la experiencia cristiana: la esperanza, una cierta manera de vivir, de ver la vida y la muerte, de orar, de cantar. Pero los frutos no llegan. Será entonces el tiempo del juicio y del rechazo.

Pero no es esta la imagen de Dios que Jesús vehicula. No es la imagen del juicio y la condenación  sino más bien la de otra estación, de otro periodo, de un año más. El tiempo es como la paciencia y la solicitud de Dios, pero no para alentar la pereza, la negligencia, la despreocupación, sino para poner en práctica la esperanza en la obra (el trabajo, la vida, la existencia) y que los frutos aparezcan.

El peligro que nos amenaza todos los días, es la mediocridad. Uno termina por instalarse en un ronroneo (como los gatos), en un cierto conformismo espiritual, y donde las cosas parecen marchar por sí solas. Es eso lo que Pablo dice a los cristianos de Corinto. Ellos tienen el bautismo y la Eucaristía y porque ellos han recibido los sacramentos, se creen salvados y no hacen ya un esfuerzo más grande por cambiar de vida, cambiar la vida. 

Pablo les cuenta la historia de los padres, de los ancianos del tiempo de Moisés. Pablo utiliza una argumentación que nos desconcierta. Aquellos también habían conocido el bautismo. Ellos habían atravesado el mar y habían sido salvados por Dios. Y después en el desierto, habían sido alimentados y abrevados por Dios.

Alimentados por el maná que es como un pan, saciados de agua gracias a una roca. Y Pablo dice: “esta roca era ya Cristo”. Pablo deja entender que los antiguos (antepasados) tenían lo que equivalía al bautismo y a la eucaristía: el maná y el agua, es comer y beber.

Ahora, los padres han pecado. Ellos recriminaron contra Dios. Ellos adoraron los ídolos, se desanimaron. Ellos practicaron cosas indignas. Esto también puede sucedernos.

Pablo evoca la idea de una punición, de un castigo. El dice que los padres han sido exterminados. Pablo creía probablemente en el castigo de Dios desde esta vida. Y en un determinado momento de su vida, parece que él creía que algunos no morirían y que la venida de Dios y con ello el fin del mundo, llegarían mientras estuvieran vivos. De ahí, entonces la idea muy extendida que la muerte era el castigo por el pecado.

Yo no pienso que las cosas ocurran así. Yo conozco tantos justos que sufren y tantas personas deshonestas que viven colmados y son adulados por tanta gente, que no creo mucho en ciertas formas de justicia inmanente (mientras se viva, sobre este mundo). De todos formas, buenos o malos, todos nosotros morimos. Mas yo pienso que es mejor producir, portar, dar frutos de amor, justicia y de paz (y no lo contrario a esto: odio, injusticia y guerra)  mientras se está en vida. No es una cuestión de miedo o de castigo. Es una cuestión de realización (de plenitud) y felicidad profunda aquí abajo y ahora, y enseguida en el otro mundo.

Me gusta la parábola de Jesús que nos dice que Dios nos da un tiempo de más para convertirnos y dar verdaderos frutos. Estamos en el tiempo de la paciencia de Dios, o mejor, en el tiempo de la solicitud (cuidado, esmero)  y de la incitación de Dios. La perspectiva no es: aun 6 meses y yo te voy a castigar, sino lo contrario: Cuanto tiempo necesitas para encontrar tu madurez y aceptar tu ser?

 Dios es un educador paciente, alguien que incita al crecimiento y al desarrollo. 

Una estación (periodo o tiempo) de Dios no es uno ni diez años. Ya han pasado poco más de 2000 años y pueden ser 10.000 todavía. Una temporada o tiempo de Dios son 100 o mil generaciones, ese largo tiempo de crecimiento que nos hará recorrer el camino desde el Homo Erectus hasta el Cristo total, aquel que Pierre Teilhard de Chardin llama el Cristo omega.

No nos es suficiente con ser bautizados y comulgar, ser practicantes regulares. Es necesario ir más lejos aun, hacer nacer lo imprevisible.

Hoy es el tiempo de Dios. Aquí y ahora, durante esta cuaresma. En lo efímero de nuestra vida personal, por otra parte,  no sabemos si estaremos acá todavía el año entrante o mismo en Pascua. Nuestra fragilidad es inmensa. La cuestión no es tener miedo de morir. La cuestión es de estar plenamente vivos aquí y entonces reportar todos los frutos que la vida divina puede producir en nosotros.

Bienaventurados (felices) las higueras aferradas al árbol de Dios.



Puntilla:  Con seriedad e insistencia, Jesús en nombre de su Padre, nos llama a la conversión. Mismo si nosotros no conocemos la dimensión ni como es la paciencia del Padre, debemos responder con premura al llamado del Hijo. Para convertirnos, importa mucho saber hasta cual punto nosotros somos amados



OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA

(Escoger uno y tratar de ponerlo en práctica)

1.     Esta semana, trato de descubrir mejor la misión que el Señor me confía en el seno de mi comunidad parroquial, en mi ambiente espacio de trabajo o dentro de mi familia.

2.     Busco el sentido o significación del nombre que me fue dado en el bautismo. Le pregunto a mis padres o algún pariente porque mis progenitores han escogido ese nombre para mí


3.     Anoto sobre un trozo de papel un aspecto de mi vida que me gustaría mejorar durante el tiempo de cuaresma que me resta (la cuaresma termina el 24 de marzo). El próximo domingo, volveré a leer lo que he escrito para ver donde estoy o en donde voy con mi propósito.




ORACIÓN-MEDITACIÓN

Un año más Señor, otro tiempo que tú me regalas
Otra cuaresma para progresar en el amor.
Otro periodo que se suma a mi existencia.
La vida pasa, la vida me supera,
Y yo busco en vano algunos frutos durables.
Tendré necesidad todavía de  más tiempo,
para que florezcan en mi algunas flores de evangelio.
Gracias Señor por este tiempo que me concedes, que me prestas.
gracias por tu paciencia y tu preocupación por mí.
Guíame en tus caminos.
Amén.





REFERENCIAS:

Pequeño PRIONS EN EGLISE, EDICION QUEBEQUENSE

HETU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

BEAUCHAMP, Andre. Pour comprendre la parole, année C.

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Gustavo Quiceno