Al iniciar hoy la CUARESMA, este tiempo de de 40 días de Gracia y preparación a la Celebración de la Muerte y Resurrección del Señor (Centro de nuestra vida cristiana), recordemos que es el AÑO DE LA PALABRA DE DIOS, oremos a nuestro Padre Dios por nosotros y nuestro Papa Francisco, Que todos juntos testimoniemos la alegría y el entusiasmo de nuestra fe en la coherencia de nuestros actos, gestos y palabras.
Primera lectura
Lectura de la profecía de Joel (2,12-18):
«Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.»
Palabra de Dios
«Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.» Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios. Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17
R/. Misericordia, Señor: hemos pecado
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R/.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. Señor,
me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.
R/. Misericordia, Señor: hemos pecado
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R/.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso. Señor,
me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (5,20–6,2):
Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):
Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,1-6.16-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.»
Palabra del Señor
A guisa
de introducción:
Evocación
de la ceniza
Cuando era pequeño, recuerdo que los
miércoles de ceniza causaban cierta fascinación en mi. Ir al templo a dónde
íbamos casi que obligados por los profesores y con el beneplácito de nuestros
padres para que el sacerdote nos hiciera una pequeña cruz en la frente me hacía
pensar muchas cosas, preguntarme para qué servía aquello, qué objeto tenia
dejarse trazar un signo con ceniza de húmeda que según nos contaban era hecha
con lo que quedaba después de quemar ciertos ramos bendecidos, precisamente el
domingo de ramos del año inmediatamente anterior. Aquella crucecita los infantes venidos de
los hogares con fe de carbonero hacíamos el esfuerzo por conservarla sobre nuestra pequeña frente toda la jornada y
no lavarla ni quitarla hasta el día siguiente cuando tocaba baño obligatorio…A
veces uno jugaba o corría y por el excesivo sudor ella se deshacía poco a
poco, y caía o en ocasiones a causa de la rasquiña que atacaba sobre la parte
frontal por la extraña sustancia sobre la piel y en un arrebato espontáneo pasábamos la muñeca para rascarnos y de paso
borrar casi totalmente la cruz…inmediatamente después de esto venia un
enfriamiento del estomago por el miedo sentido
por el atentado inconsciente contra aquella figurita tan sagrada para
nosotros…
Es verdad que aquel sacramental (no
sacramento) de la imposición de la
ceniza solo lo entendería yo particularmente con el paso de los años. Aunque es
usual encontrar aun hoy muchas personas que no tienen la suficiente claridad
sobre el por qué de este gesto con el que iniciamos el denominado tiempo de
Cuaresma.
Hay que saber que la Iglesia católica
ha tomado esto de la tradición de la Biblia y que lo ha conservado por siglos.
En Israel se proclamaban ayunos públicos
en el tiempo de sufrimiento y de pruebas. La gente vestía de luto,
reemplazaban sus vestidos por especies de sacos (o costales), no se peinaban y
se cubrían el rostro con cenizas (practica que la Iglesia conserva en la
liturgia de cada miércoles de ceniza). En el Evangelio Jesús no dice que estos
signos de penitencia sean inútiles, igualmente el ayuno que expresa el
arrepentimiento y acompaña la oración
(Mateo 4,1, Marcos 2,20), pero hace la precisión que estos gestos no
bastan por sí solos ni son lo esencial. Ellos deben ir acompañados de un
sentimiento de amor al prójimo, sentimiento de perdonar a quienes nos han
ofendido y buscar la justicia.
Al imponernos la ceniza somos
conscientes de nuestra condición dependiente, de nuestra condición de
creaturas, de Hijos de Dios, de nuestra debilidad, de nuestra finitud, de
nuestra condición de pecadores.
La primera lectura del libro de Joel proclamada resume muy bien
el objetivo de este tiempo de Gracia que hoy nuevamente iniciamos, por la boca
del profeta, Dios nos dice: “ Convertios (Volved ) a
mí de todo corazón, todavía es tiempo, hay oportunidad, no es tarde para
que ayunen, lloren y se lamenten…”, en una palabra para convertirnos.
Durante los siguientes 40 días
escucharemos continuamente esta invitación al cambio, a la purificación para
tener la visión y el corazón más diáfanos y que nos permitan volver a sentir la
cercanía de Dios que quiere lo mejor para nosotros.
Sin duda alguna, imbuidos en esta sociedad
turbulenta, de bullicio, de sensacionalismo y superficialidad no es raro que
perdamos de vista que es lo esencial en nuestra vida, cuál es el sentido de
nuestro trabajo, de nuestros afanes…La Palabra de Dios en este confuso mundo se diluye, se pierde, la
relativizamos y damos prioridad a otras voces, a otros llamados que al
responderlos, no pueden colmar nuestro corazón como lo hace el mensaje divino
contenido en el evangelio de Jesucristo.
Para introducir esta Cuaresma
(palabra que quiere decir 40) la Iglesia nos propone una meditación viva sobre
el PECADO Y LA MUERTE, y el rito de la ceniza nos recuerda nuestra condición de
mortales y pecadores.
QUIERES
TU SEGUIRLE?
Quieres seguir este Jesús en quien
crees? QUIERES SEGUIR aquel que abre el
Camino de la Verdad hacia la Vida?..
La Cuaresma nos redescubre al Padre
quien nos ha enviado a Aquel que queremos seguir. A su turno, Jesucristo
también nos revela (nos muestra a ese Padre) Un Padre que como dice el
evangelio de este día “ve todo lo que se pasa en lo más profundo de nuestro
corazón”. Él ve los gestos que realizamos y las intenciones que nos motivan
(nos empujan) para ejecutarlos. No es necesario que actuemos ostentosamente,
“dándonos pantalla” para ser vistos: Él lo ve todo y lo ve con ojos de
misericordia, con una mirada benefactora que levanta a la persona y la endereza.
La Cuaresma nos hace el llamado a
volver nuestro corazón a Dios, caminando tras los pasos de Jesús, yendo hacia
donde Él va e imitando su manera de vivir.
La invitación del evangelio hoy es a orar, a compartir, a perdonar sin
medir nuestra piedad ni nuestra generosidad. Siempre es posible “descrestar”
“sorprender” a nuestro prójimo quien puede felicitarnos por nuestras buenas
acciones, mas Dios no tiene necesidad que uno le lance polvo a los ojos para que
reconozca nuestra voluntad y nuestros esfuerzos. Él ve en todos los repliegues
de nuestro corazón, lo que le hace latir al ritmo de la conversión. Él sabrá
recompensarnos bien.
Oración:
Señor
Jesús, yo quiero seguirte sobre los caminos de la humildad.
Permíteme
orar simplemente, compartir discretamente,
Y que me
deje mirar por Dios que ve en el secreto de mi corazón.
REFERENCIAS:
http://www.ciudadredonda.org/lectura/?f=2013-02-13
Lamarche, Denise. Carnet pour la réflexion et la prière quotidiennes.
Bible des Peuples
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Gustavo Quiceno